jueves, 10 de enero de 2008

corazón abierto

A ENERO 10
O, mejor, en enero diez

Recuperaciones apenas subrayadas, recuperadas, sentidas:

Hay tanto que desconocemos de lo que el otro ha hecho. Briznas nomás, moronas, momentos de tiento para quien quisiera visitarlas

Necesitamos una máquina de esas, super rápidas, que nos permitan romper apenas las primeras notas de las primeras filas apresuradas pero certeras, como hubiera puesto Picasso, o Vivaldi, para el caso.

Nada menos que una verdadera visión estremecida, ante la posibilidad que nos a la vida, cada que despertamos o hacemos de cuenta que lo que estamos escuchando no sabemos cómo se llama, pero nos estremeció, porque es Vivaldi y es la voz humana dándonos posibilidad de transigir algo de lo que nos pertenecía, nos daba vueltas para aturdirnos y no saber, o casi lo que nos debiera ir esperando ahora que la verdadera voz se alzaba por sobre los tejados, vili
...
Una cinta, decía, que contenía radio pero también, en el mismo radio, vivaldi vuelto música cantada, instrumento de dioses, la voz humana, la voz de mujer ardiente y clara, dispuesta en su dulzura a cantar para nosotros la más tranquila y esplendente de las barcarolas o desatada la garganta y lo que pudiera brindarle cada segundo que sube o baja, o se estaciona guardando prenda de un sonido, de una voz que lo contenga o que lo atienda, que lo entienda.

Picasso era lo mismo: figuras hechas de la concha, nácar, de una línea que se perdió desde que dejó el pincel, ligero, línea recta, adornando lo demás con sombras, o con nada: lo feo del gran mural mostrándonos de lo que es capaz una maquinaria, o de las asimétricas señoritas que, asumimos, nos pueden contar una tarde entera, al calor del vino y las picudas varas del trigo.


...




La muerte del padre
diez años
campanadas rotas
vuelta sopor
inexplicables razones
de lo que
hoy en dia somos,
necesitamos

Ir y venir
dejarse llenar
por las emociones
contenidas
mudas
que no se quisieran transitar
entonces
ni se quisieran revivir
ahora

la cifra es definitiva
y triste

Diez años después
solo queda la carne
y uno mismo

Es muy duro llegar a diez años sin el afecto, la guía, la presencia crucial, definitiva,
del padre
cierto es que no es el único ni el más dramático caso, ni siquiera de quienes han sido, fueron, hijos únicos
Lo que sucede es que son muchas las variables que se conjugan, convivieron, coincidirán para hacer de un dia como este tan desolado y lleno (evidentemente) de promesas y de faltas, por paradójico que suene


Cuántas notas nos da el chopán, este. Mira que no tener consideración para quien quiere aprender a tocar todas esas arañitas sobre el papel ¡y a diferentes velocidades! ¿Qué son? ¿estudios? ¿polonesas? ¿mazurcas?

La cosa es tener las manos, para tocar limpiamente. Y sentido. Eso es otra cosa. Que trascienda el papel, el mármol, los colmillos las columnas
la tarde aquella que falló la luz y hubo que continuar. Al día siguiente habría que presentarse, al fin, ante la Sala ¿Pleyel?. Nunca lo supo, sino hasta después.

La Habanera en el piano podría despertar la ilusión de movilidad con sentimientos

Tocaba el amigo Mauricio, que estuvo en München y en Wien (mmmj, y viena, por si hiciera falta...)




Casi jueves

En este desierto abrigo mi asombro:
Tres papeles con diecisiete cifras aparentemente desaparecen antes de que con ellas se opere un golpe de azar
Queda solo el hueco y la posibilidad de que se abra, de pronto, un canal propicio para hacer posible la traslación, en imágenes, de sueños y alevosas puestas en escena.

Transito en un momento de la reflexión contenida de un maestro universitario sobre la puesta en imágenes de Shakespeare
a partir de un Hamlet moderno
a la lectura sobre el desen
canto
cadenamiento visual de quien acometió desde una estética que quisierase delirante
el Hamlet de Shakespeare desde una premisa que altera el lenguaje originario y su comprensión
Esto es, mientras encuentra otra manera de decir el cáliz de la muerte (de casi todos) y resume las pequeñas formas de reverdecer laureles


leemos, que donde dice words, words, words,
palabras, palabras, palabras
Por ejemplo, se añade, se postula

debió decir/dice
Imágenes, imágenes, imágenes
a partir de una estética que comprende el drama de Elsinore como una fuerza/abismo que atrae a la muerte del padre de Hamlet, como si fuera un hoyo negro

A ver, por ejemplo, explícame eso... Si. Todo lleva al final imaginado y lleno de cenizas del espectáculo del padre desintegrado por la codicia y la simple manera de bordar los elementos: claro y oscuro, vivo y muerto, amable y deseable, esto último no como oposición, sino como continuación inevitable de algo, vertiginoso, en vórtice: tragando y revolviéndolo todo, en un solo movimiento, pastoso, inevitable.

Y asistimos, sin asistir, porque hasta allí no llega la ominosa presencia del video globalizado, a la extinción de una familia entera en Nepal (en junio del dos mil uno, ni más ni menos)

No supimos entonces los pormenores de la carnicería, ni cuántos huesos se desperdigaron al realizarse la última entrega de la cámara de balas, sobre un escenario casi circense si no fuera porque fue ampliamente cubierto por la prensa local y trascendió, por fuerza como si fuera una

vemos entonces, es necesario decir las imágenes de grano, de película, pues, dándonos cuenta de la coronación del nuevo monarca, y de los disturbios que a continuación se suscitaron

Era, seguramente, la traslación de lo que debió ventilarse en casa, en privado, y no en la litis de todos: esto es, ahí estuvieron las evidencias, las IMÁGENES, pues, para decirnos todo lo que tardó dos horas, o tres, el bardo inglés, en contarnos. Claro, y eso es lo bueno, que esta no es la crónica de ese instante: la obra iba más allá, con la necedad del hijo hasta que encontró las evidencias en, nada menos, el fantasma de quien se fue, sin avisar, alevosamente, como es la vida...

(y viene, entre paréntesis, la alusión a las imágenes píxel obtenidas)
(pixeladas) que el director Almereyda parece haber experimentado in extenso, if anything.
Su centro era Portugal, Lisboa, desconocida pero cierta, y húmeda. Allí fue donde descubrió, desde el primer instante, las ganas de decirles a los otros que hay pedazos de carne entre los cuadros y salomónicas decisiones en las litigaciones. El personaje siempre fue como Sostiene Pereira, pero más rústico, menos melodramático, que la película donde Mastroianni se coronó de viejo, todavía algunos años antes de morir... Y estaba Sonia, de resonancias imperiales y fogosamente blancas, practicando con Aníbal, la única forma que conocía de estar, juntos: acariciando un sueño, o voluptuosamente despertar a la sed. Así de sencillo, y así de difícil. Todo con el marco del puerto, de las lánguidas redes sosteniendo un cuadro negro, y de la voz, fogosa, de la mujer cantando, pero no como parte del paisaje, como Madredeus en la película de Wenders, sino como lo que nunca se vio antes en la pantalla: la revelación frutal de la mujer ardiendo con los dientes que modulan lo que descubre su garganta.
O la denuncia como sistema de palabras, de guiños, de signos, cada domingo en el suplemento de la palabra del diario de la nación, el único que
O, empezar la cinta que no se grabó, con Dionne Warwick, nada menos. El año era ése, nada más: el mismo en que el acetato parecía tener dos distancias y dos medidas, principalmente, el 45 revoluciones o el 33 1/3 (treinta y tres un tercio, como decían también algunas etiquetas).
Never Fall in Love Again
What The World needs now is Love
California, sin más, como paradoja y como seña; para los cuates y para la reverberación de esas calzadas verdes sobre el campo rosado de las uvas y los vientos, la noche en la pradera o en la piedra, golpeando furiosa el agua del mar toda la noche, como única compañía...
Las canciones, y los bramidos de la voz...

Prenderse el cuerpo mientras se escucha la voz de la madera golpeada por el agua, o el furibundo mar. Negra la noche, oscuridad total, para beneplácito de los comensales más metidos en el ron de esa barrica amarilla que no tiene más que recuperar calma, y noche. Dale con eso. Pero es que no hay más necesidad, estar a gusto y trasladarse en movimiento con el cuerpo duro, o suave, o agazapado, siempre en trance de descubrirse otro.


















De otra tesitura, de otro cuerpo

DOS COSAS O TRES, al terminar esta semana. Ya no estoy en París, de vacaciones, sufriendo con oíroslo ue debiera ser mi vuelo atolondrado, por las calles, los parques, las delicias, de la ciudad perfecta, del armonioso estar.

SON DOS, TRES, cosas antes de llegar adonde está la culebra enroscada.

LOS OLVIDADOS y sus 55 años de rondar y ser.

EL PROYECTO SHAKESPEARE y sus frutos

EL PROYECTO CHAPLIN y sus aristas

Partamos de lo que no es, ni hay.
Está el tiempo relativo, la relativa sombra, la relativa entrega, los relativos sueños


En una servilleta del Café San Remo

Nada mejor que una servilleta, para acabar el año:
Para acabar el daño y prescribirlo (para acabar con él, mejor dicho)
Para conjurar los males y los sinsabores
Para dejar para otro momento (otro año, otra era) los desequilibrios, las dudas, las incertidumbres
Para cuando haya ocasión
Para dejar que ocurra sólo lo indeseado (que no lo inesperado)
Para empezar a abrir los dones y desdoblar los misterios (desenredarlos, desnutrirlos)
Para dar con todo a las horas o los minutos, los segundos, del desánimo
Para lograr dar marcha atrás